Muchas veces, las personalidades juegan un rol muy importante en este punto pero también la posición en la que vamos (ya sea que vamos con una ocupación o no, si tenemos un proyecto o no, etc)
Si somos el “trasladado” tenemos nuestro trabajo esperándonos y muchas veces el hecho de empezar a trabajar, ya nos ordena bastante. A la hora de volver a casa, nos encontramos con nuestra pareja y/o familia.
Algunos, al llegar a casa quieren salir a conocer nuevos lugares; otros están cansados durante la semana y prefieren salir a conocer el fin de semana; otros, están tan exhaustos con la nueva vida que solo quieren descansar el fin de semana.
Si somos “acompañante” en esta etapa, la situación es muy diferente. Tenemos que encontrar qué hacer y muchas veces además hacer cosas que antes no hacíamos o hacíamos distinto.
Por ejemplo, pasar de tener un trabajo full time a no trabajar en la nueva ciudad, muchas veces lleva a ocuparse de las cosas de la casa. Este rol, no necesariamente fue conversado pero se da naturalmente. Muchas veces este rol no es disfrutado. Muchas veces nos podemos llenar de actividades para pasar el día y luego esperamos a nuestra pareja que llegue a casa.
Si estamos en la primer situación que describí antes, nuestra pareja se muere por hacer cosas excitantes y conocer la ciudad (justamente lo que hicimos solos para pasar el día!) y no tenemos ganas mas que de compartir una cena en casa. O estamos esperando desesperadamente que nuestra pareja vuelva del trabajo para hacer algo divertido juntos, pero nuestra pareja esta agotado del día desafiante que ha tenido.
En esta etapa, es fundamental el dialogo. Muchas veces damos por hecho lo que el otro quiere, lo que le haría mejor o incluso, lo que “tiene” que hacer.
Pueden surgir cosas triviales como “¿por qué debo limpiar la casa en la que ambos vivimos, si antes no lo hacia solo yo?”, “debo ser guía turística y saberme todo de la ciudad nueva que yo tampoco conozco”, “tengo que tener buen animo constantemente”, “ahora mis hijos tienen un solo padre que se ocupa sus obligaciones o de regañarlos”.
Claro que muchas de estas cosas no son determinadas por la expatriación. Generalmente, estos conflictos aparecen cuando hay un cambio de roles, en cualquier situación. Lo que sucede con nosotros en una mudanza, es que muchas veces estamos más solos y estos conflictos, se pueden volverse muy importantes.
Se vuelven fundamental una buena charla donde nadie asuma nada. Expresar que queremos y que no nos gusta es fundamental para entender que la mudanza nos atraviesa.
No somos los mismos en el nuevo destino, porque nuestro día a día cambio. Establecer que quiere hacer cada uno y acomodarnos a lo que quiere el otro es fundamental para que seamos un equipo.
De esta forma no hay un “acompañante” donde uno tiene una oferta laboral interesante y el otro sigue. De esta forma hay compañeros de viaje, donde se apoyan mutuamente, donde si alguno no tiene empleo, no se ve subordinado al otro.